domingo, 13 de noviembre de 2011

Un fenómeno televisivo argentino


Miguel Rodríguez Arias, Alberto Quevedo y Darío Villarroel debaten sobre la presencia de los ciclos que, desde todos los canales de aire y con sus diferentes vertientes, acaparan el 20% de la programación.

El peronismo parece condenado a marcar la vida política, social y cultural de la Argentina. Incluso de las formas menos imaginables. Deolindo Felipe Bittel es el responsable de lo que hoy se entiende por programas de archivo en TV: ni más ni menos que el género, herramienta o moda –quizás todo eso junto– de mayor explosión en la pantalla chica argentina durante la última década y el que concentra más del 20% de la programación televisiva. Hubo un antes y un después cuando el ex gobernador de Chaco, senador y candidato a vicepresidente por el PJ, acometió en el cierre de la campaña presidencial de 1983 con el ya célebre “¡La alternativa del ahora es ‘liberación o dependencia’, y nosotros vamos a optar por la dependencia!”. Bittel no sabía que su fallido sería fundante de una nueva televisión. Tampoco Miguel Rodríguez Arias. Pero el tamaño e implicancias de aquella confesión inconsciente conmovieron tan profundamente al productor y realizador que terminarían funcionando como el disparador de los míticos especiales de Las patas de la mentira, el germen que disparó los programas de archivo.
La estructura y tecnología con las que se hacían los videos deLas patas de la mentira era artesanal. Rodríguez Arias grababa en las videocaseteras VHS que recién llegaban al país casi con la democracia. Pero el impacto de esos lanzamientos que se compraban en los kioscos de diarios, se alquilaban en los videoclubes, y ocasionalmente asomaban en formato de fragmento por la tele, fue profundo. Exponían el grotesco de muchos políticos –moldeado con el desparpajo que solo permite el inconsciente– y permitían observar el valor fundamental de todo archivo. En 1994Perdona nuestros pecados (PNP) irrumpió ya como un programa semanal de TV y marcaría tendencias. El componente político/periodístico había sido dejado de lado. El envío conducido por Raúl Portal asumía un tono de mayor levedad y reproducía bloopers, errores de actuación y pifies varios. Pero el formato llegaría a la tele argentina para quedarse. La aparición de TVR primero y 6,7,8 más tarde le devolvieron la dimensión política al género y ampliaron el formato en base a ediciones más minuciosas, nuevos recursos, debates y cuestionamientos del discurso de muchos medios. El ámbito del espectáculo también utiliza el formato –con menos producción y búsquedas más sensacionalistas– y le encontró nuevas ventajas –la repetición de fragmentos de programas exitosos siempre es convocante.
Las razones de la proliferación de los programas de archivo en la TV argentina son múltiples. Es verdad que exigen una inversión bastante menos importante que la de una ficción o un programa periodístico que genere contenidos audiovisuales propios. Pero no es el único motivo. Cuando el archivo se utiliza como recurso en programas del espectáculo, funciona como un disparador de polémica rápido y sencillo. Pero, además, programas como TVR, Duro de domar y 6,7,8seducen interpelando discursos hasta no hace mucho casi impolutos. Más allá de las conclusiones individuales, que los cuestionamientos en la vida argentina puedan llegarle a todos parece ser una novedad muy bien recibida por los televidentes.
Miradas al Sur convocó a Miguel Rodríguez Arias, pionero con Las patas de la mentira; al periodista y abogado Darío Villarroel, y al sociólogo y especialista en medios Alberto Quevedo, para debatir sobre la génesis, impacto y futuro de este tipo de ciclos.
- ¿Los programas de archivo constituyen un género o una moda?
Alberto Quevedo: -Es un género que a su vez tiene subgéneros y subutilizaciones. Es cierto que su prehistoria fue Las patas de la mentira, donde se buscaba mostrar algo así como los actos fallidos de los políticos. Pero hoy el abanico de programas y sus aplicaciones resulta mucho más amplio. En realidad expresan una tendencia histórica que tiene la televisión. Umberto Eco hablaba de neo–televisión cuando el medio se vuelve autorreferencial. La televisión se cita a sí misma y lo que importa es lo que se dice dentro de un estudio de televisión.
Miguel Rodríguez Arias: -Es un género que vino para quedarse y que ocupa un porcentaje muy importante de la televisión. Cuando sacamos Las patas de la mentira, Tomas Eloy Martínez se presentó en la Universidad de Columbia (Estados Unidos) y dijo que era un nuevo género periodístico cuya materia prima era el análisis de los discursos en la televisión. Ahora también es un recurso que se aplica para abaratar costos y del que echan mano hasta los programas de chismes.
Darío Villarroel: –Es una costumbre que nació hace casi veinte años. Antes hubiera sido inimaginable. Nadie podía levantar del aire algo difundido en otro canal porque se lo consideraba plagio. Hoy el recurso se implementa sin ninguna inhibición. Incluso vemos que se levantan imágenes de programas en vivo y se reproducen a los pocos minutos en otros programas en vivo. Todo parece valer.
Pero el archivo se utiliza de diferentes maneras y con objetivos distintos...
A.Q.: -Así es. Los programas de chimentos usan mucho el recurso como material disparador para crear polémicas y conflictos. No hay una gran búsqueda, ni edición. Es casi una inserción de un segmento de otro programa. Después están los programas un poco más políticos como TVR.Ellos aplican una edición más sofisticada, que en muchos casos tiene que ver con exponer una realidad no dicha. Es decir, van bastante más allá de un acto fallido. Creo que 6,7,8 dio una vuelta de tuerca importante. En este caso, el recurso del archivo y la edición se aplica para hacer un análisis semántico del discurso político y del discurso periodístico o informativo. 6,7,8 utiliza archivo de TV, pero también de diarios, revistas, radio e internet, y el debate adquiere otra dimensión.
M.R.A.: -La herramienta que creamos con Las patas de la mentira se usa de diversas maneras. PNP tenía un tono humorístico, y hoyZapping parece extender ese espíritu. TVR salió en 1999 con un enfoque mucho más parecido al de Las patas de la mentira, aunque también le da espacio a contenidos más casuales. 6,7,8 es un programa totalmente político. Se lo acusa de ser un programa de propaganda, pero para mí es un programa de comunicación. TNtambién tiene una comunicación, es reiterativa y multiplica un discurso de un conglomerado empresarial que tiene 260 canales de cable y una cantidad muy importante de radios. 6,7,8 marcó un hito porque pone sobre la mesa temas que nunca habían sido tratados en la televisión.
D.V.: -Yo diferencio cuando los programas de archivo se dedican a las vedettes y cuando se dedican a la política. Si se repite un fragmento donde se señala que Santiago Bal tiene problemas sexuales eso genera mucha polémica, controversia y morbo. Pero en definitiva no aporta nada. Empobrece. En lo político es otra cosa. El archivo favorece la reflexión y da herramientas. Que muchos políticos no puedan soportar un archivo es grave, pero también es bueno saberlo.
- ¿Qué elementos positivos y negativos aportan este tipo de programas?
A.Q.: -En el marco de lo positivo, destaco que los programas de archivo hacen más visible que la televisión es parte de la memoria social. A diferencia de los años ’50, ’60 y ’70, hoy hay una especie de memoria registrada y eso es bueno. El archivo permite debates, ataques y defensas; nos obliga a pensar la contextualización de los discursos. Todo este tipo de cosas me parecen positivas. Por el otro lado, creo que la televisión debería producir más sus propios productos comerciales, periodísticos, políticos, discursivos, etcétera. Se está abusando del recurso. La segunda cosa negativa que mencionaría es que muchas de las reconstrucciones que se hacen en muchos programas no están contextualizadas debidamente.
M.R.A.: -Este formato sobreabunda para abaratar costos. Cuestan un par de conductores y después productores o buceadores de archivo que seleccionen el material. No se puede comparar con la inversión que demanda otro tipo de proyectos. Yo creo que los programas de archivo cambiaron la televisión argentina. Pero, como en todo género, hay cosas buenas, malas e intermedias.
D.V.: -Lo malo es cuando se lo utiliza para potenciar o resaltar peleas mediáticas. Cualquier pavada de la nueva chica de turno se reproduce casi en cadena nacional. Yo participo en el programa de Telefé AM (Antes del mediodía) y muchas veces se cae en eso. A mí no me gusta, no estoy de acuerdo, pero para el rating funciona. Del otro lado, todos los programas que favorezcan el debate político social, más allá de las convicciones de cada uno, siempre son saludables.
- En algún momento se habló de legislar para poner límites o derechos económicos a la toma de imágenes de otros programas. ¿Cómo observan esa alternativa?
A.Q.: -Me parece que es una lucha comercial entre las distintas cadenas de televisión y productoras. Creo que es muy bueno el archivo porque recupera la idea de lo público. Lo que se publica en un diario, lo que se dice en una radio, lo que se emite por televisión y lo que se sube a internet tiene esa dimensión. No nos olvidemos que la televisión está definida como un servicio público. Me parece que ya hay suficiente negocio dentro del medio como para sumarle algún tipo de derecho de imagen para este tipo de casos.
M.R.A.: -La Ley 11.723, en su artículo 27, dice que el material periodístico es de libre utilización. Esto implica que cualquier material realizado en TV puede usarse con objetivos periodísticos. Por ejemplo, está permitido tomar un fragmento del programa de Marcelo Tinelli para otro programa si éste hace uso periodístico de ese material. Que todas esas imágenes sean de dominio público es un valor cultural muy importante y habla de una ley buena. Esto hizo de la Argentina un caso excepcional en el mundo. No estoy a favor de ninguna normativa que lo restrinja. Sería una forma de censura.
D.V.: -Hay una ley que se llama de Propiedad Intelectual y si algún canal o productora no autoriza la reutilización del producto que creó, debería respetársele. Quien usa imágenes producidas por otro programa está beneficiándose económicamente. Obviamente sería odioso que alguien lo haga, pero la lógica dice que si la productora que se siente perjudicada recurre a los tribunales e interpone una acción de daños y perjuicios debería ganar sin sobresaltos. El tema es que acá nadie quiere tirar la primera piedra porque todos los canales tienen programas similares. El derecho también es la costumbre y la costumbre ya dicta que esto vale, por eso también nadie reclama ante la Justicia. En su momento Raúl Portal le hizo juicio penal a Diego Gvirtz. Portal aseguraba queTVRera un plagio dePNP. Pero la Justicia sobreseyó a Gvirtz.
- ¿Cómo ven el futuro de este tipo de programas?
A.Q.: -Yo no creo que el género vaya a morir, pero me parece que va a terminar por cansar. En algún momento pensamos que toda la televisión iba a ser para los realities y eso se terminó diluyendo. En otra época reinaban las telenovelas y hoy las telenovelas clásicas están casi en retirada. También los programas de humor tuvieron su era dorada y ahora casi no existen. Todos los géneros tienen ciclos.
M.R.A.: -Me parece que van a seguir. No sé si aumentarán en cantidad, pero para diferenciarse y sostenerse van a tener que buscar nuevas ideas.
D.V.: -En algún momento caerán. Bajará el rating, las peleas agotarán, surgirán otros formatos. Quizás, un poco de todo eso junto. En algún sentido los programas de archivo están en la cresta de la ola. Pero todo satura.

Sebastian Feijoo ,TIEMPO aRGENTINO

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